Europa pierde una oportunidad única de instaurar una nueva relación con los países africanos.
Acabamos de recibir un excelente artículo de María Arena, miembro del Grupo Socialista en la Comisión de Comercio Internacional (INTA) del Parlamento Europeo. En él se refleja con exactitud el pensamiento de SEDELAN, que durante más de diez años ha tratado de hacer comprender. Nos encanta poder ofrecérselo.
La Comisión Europea, cegada por una política de libre comercio llevada al extremo, se dispone a imponer a varios Estados africanos, frente a la indiferencia de casi todos, unos Acuerdos de Asociación Económica (AAE) desequilibrados en su relación de poder en favor del continente europeo.
A pesar de las numerosas y repetidas reservas formuladas sobre los dramáticos efectos de tales acuerdos en el desarrollo de la mayoría de los países ACP (África, Caribe y Pacífico), una parte de la clase política, negociadores y Estados miembros, minimizan su impacto sobre las poblaciones en nombre de un desenfrenado ultra liberalismo, supuestamente beneficioso para todos.
Entre bastidores, la Comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, está a punto de conseguir una verdadera hazaña: hacer ratificar por los países ACP, (África, Caribe y Pacífico), unos Acuerdos que la mayoría no quiere. Por su parte, el Parlamento Europeo se pronunciará a mediados de julio en la Comisión de Comercio Internacional, sobre el acuerdo conseguido con el grupo SADC (Botsuana, Lesoto, Mozambique, Namibia, Sudáfrica y Suazilandia), mientras que la Comisión Europea espera firmar en las próximas semanas el AAE con los países de la Comunidad del África Oriental (Kenia, Burundi, Uganda, Tanzania, Ruanda).
El programa se acelera, empujado y alimentado por los Comisarios que agitan unos acuerdos supuestamente beneficiosos para todos los firmantes. No es verdad.
La Unión Europea, la primera potencia económica mundial, que representa casi un tercio del comercio global de bienes y servicios, a "finamente" conseguido abrir el mercado de un bloque de países no industrializados, entre los más pobres mundo, y que apenas cubre el 1% del comercio mundial... Una ganga para el potente comercio europeo.
Los Acuerdos de Asociación Económica, en vías de negociación desde 2002, quieren ante todo acabar con las preferencias comerciales unilaterales, concedidas por la UE a los países ACP desde 1975, en virtud de los Convenios de Lomé.
Algunos dicen que esas preferencias unilaterales eran una concesión hecha por la UE a los países ACP (África, Caribe y Pacífico). Se trata de una burda relectura de la historia. Seamos claros: esas preferencias fueron concedidas por Europa con el único fin de mantener una relación exclusiva con sus antiguas colonias y responder a sus necesidades de importación de materias primas a precios preferenciales.
Aunque el Acuerdo de Cotonú, en junio de 2000, preveía la conclusión de los AAE, en 2007, se ha tenido que esperar hasta 2014 para que la mayoría de los acuerdos fuesen firmados por las siete regiones delimitadas (África Occidental, África Oriental, África Central, Comunidad de desarrollo de África austral, Estados de África oriental y austral, Estados de Caribe y los Estados del Pacífico) Mientras tanto, solo se firmó y ratificó el acuerdo con los Estados de Caribe.
Este ritmo lento en las negociaciones manifiesta que, contrariamente a lo que afirman los Comisarios europeos, los países ACP (África, Caribe y Pacífico), no desean esos Acuerdos, y, ciertamente no en los términos propuestos.
Decidida a acabar con las reticencias, la Comisión usa y abusa de medidas de presión con ultimátum y amenazas de cierre del mercado europeo a tasa preferencial para los países fuera de los PMA (Países Menos Avanzados).
La nueva fecha tope, impuesta por la Comisión, se ha fijado al 1 de octubre de 2016, cuando seis países africanos (Ghana, Costa de Marfil, Kenia, Botsuana, Namibia y Suazilandia) perderán su acceso preferente a los mercados de la UE si el AAE (Acuerdo Asociación Económica) no se ha firmado y ratificado.
Por consiguiente, "la camisa de fuerza" del AAE, como tan bien lo describió el ex director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, presiona más que nunca a los países africanos. Los "acuerdos de asociación económica" nunca llevaron tan mal su nombre ya que en ellos no hay nada de asociación, ni de acuerdo negociado entre partes, en igualdad de condiciones.
No son ni asociaciones ni "instrumentos de desarrollo", como pretende la Comisión Europea o la Dirección General de Comercio.
Los AAE privarán a los países africanos firmantes de varios miles de millones de ingresos aduaneros, reducirán su margen de maniobra en la elaboración de sus políticas de desarrollo y los obligarán a intercambiar en las condiciones impuestas por la Comisión Europea, sin tener en cuenta su situación económica real, sus necesidades y prioridades. En cuanto a las exportaciones africanas, seguirán estando fuertemente sometidas a las estrictas normas de origen europeo.
Por último, ¿en qué estos AAE serán más ventajosos para el desarrollo de África si no aportan nada más de lo que Europa concede a la ACP (África, Caribe, Pacífico) desde hace más de 40 años?
Al imponer su ritmo de trabajo y sus condiciones, Europa pierde la oportunidad de construir una nueva relación con los países africanos, que relegaría, por fin, al pasado la posición de “dominante-dominado”, característica del siglo XIX. Es lamentable. Y deplorable.
Kudugu, 8 de julio 2016
Maurice Oudet
Presidente del SEDELAN