El oro mata; mata a muchos de nuestros hijos.
El 30 de enero de 2013, el primer ministro, Luc Adolphe Tiao, hacía su declaración de política general ante la Asamblea Nacional. Abordó muchos temas. Entre ellos, el papel del oro en la economía nacional. "Las minas, dijo, constituyen hoy día un auténtico pilar en nuestro desarrollo".
Con él, nos alegramos de que "Con más de 754 mil millones de francos CFA (1,1 millón de euros) de exportación en 2012, el oro se consolide como el principal producto de exportación de Burkina Faso". Precisó que el metal amarillo ha contribuido al Producto Interno Bruto (PIB) con "casi el 5%". Burkina Faso, que, según el Ministro de Minas, Salif Kaboré, a principios del 2000, exportaba menos de una tonelada de oro, ha exportado en 2012 más de 30 toneladas.
Pero el oro tiene también su lado oscuro. Mata; mata a muchos de nuestros hijos. En diciembre de 2009, me chocaba ver a un niño frente a un molino a motor, con una piedra en la mano: reducía la piedra en polvo. El polvo caía en un recipiente de aluminio. Pero el molino producía también una densa nube de polvo que el niño respiraba permanentemente día tras día. Alerté a los dos hombres "en uniforme" que estaban allí para la seguridad. Sin inmutarse lo más mínimo, me respondieron: "¡No estamos aquí para eso!"
El Ministerio de Minas, y el del Medio Ambiente, no son indiferentes a esa situación. La ONG "Terre des hommes" está muy comprometida en la mejora de la situación de los niños que trabajan en los yacimientos de oro. Los miembros del Consejo Económico y Social (CES) han hecho últimamente (el 24 de enero) varias recomendaciones, entre ellas la de: "Tomar medidas enérgicas y eficaces para impedir la presencia y el trabajo de los niños en los yacimientos de oro".
Pero todo eso es alto insuficiente.
Ya no es posible permanecer indiferentes.
SSegún el Ministerio de Minas, hay, por lo menos, 600.000 buscadores de oro repartidos en 700 lugares. Y un estudio de la UNICEF en Burkina, en un muestrario de 90 lugares, indica la cifra niños de 5 a 18 años en 20 000. Suponiendo que esta muestra sea representativa de los 700 lugares del país, estimamos que más de 150.000 niños, de 5 a 18 años, trabajan en los yacimientos de oro en Burkina. Y a esto hay que añadir los bebés y los menores de 5 años que van con sus madres y están amenazados por el polvo de estos sitios.
Sobre la situación de estos niños, recomendamos la lectura del artículo de Ollo Daniel Paly, publicado en el bimensual l’Événement: "El oro chupa la sangre de los niños de Burkina". Lo encontrarán también en la siguiente dirección: http://www.burkinapmepmi.com/spip.php?article6886
¡Demasiado es demasiado!
« "¡El oro chupa la sangre de nuestros hijos!"
¿Qué hacer?
El SEDELAN ha decidido comprometerse en la lucha contra esta nueva forma de esclavitud. Lo hace con una doble convicción.
-
Cada uno de nosotros, individualmente, ¿no puede hacer nada? El SEDELAN, solo, no puede hacer nada. Pero no está solo. Doquier se desarrolla una mina de oro, las poblaciones vecinas se quejan. Se quejan del coste de la vida; los profesores se quejan de que los alumnos abandonan la escuela; los agricultores de que pierden sus mejores tierras... Deseamos, por consiguiente, trabajar en colaboración con las poblaciones que, a su pesar, albergan estos lugares.
-
Para combatir este flagelo, hay que conocerlo mejor, comprender su organización, descubrir quién se beneficia más de él, quién sufre más de esta nueva situación. Para eso también necesitamos la colaboración de las poblaciones vecinas.
Por consiguiente intentaremos responder a sus llamadas y trabajar con ellas, sin olvidar contactar a aquellos que nos han precedido en este difícil camino lleno de peligros.
¡Demasiado es demasiado!
Aislados, no podremos hacer nada.
Unidos, al final ganaremos!
Kudugu, 10 de febrero 2013
Maurice Oudet
Presidente del SEDELAN