Había una vez, una mosca albañil que fué a ver a un sapo. La mosca albañil le pide que le acompañe a casa de su familia política. El sapo acepta, y se van juntos.
Llegan y saludan a los suegros, y la suegra los conduce a una habitación. La suegra les prepara un plato de arroz con carne. Les trae también agua para que se laven las manos antes de ponerse a comer.
La mosca albañil se lava las manos y emprende su vuelo para posarse al borde del plato. Y, sin esperar a su compañero, comienza a vaciar el plato. El sapo va a limpiarse las manos para ponerse a la mesa. De vuelta a la mesa, el sapo está obligado a poner sus manos en el suelo para saltar, y se las ensucia de nuevo. Cuando llega, la mosca albañil le dice que vaya a lavarse las manos. Vuelve a lavarse las manos, pone sus manos en el suelo y las ensucia de nuevo. La mosca albañil le dice que vuelva de nuevo a lavarse. Este tejemanaje se repite hasta que la comida y la salsa se acaban, dejando al sapo sin nada.
Algunos días más tarde, es el sapo quién va a ver a la mosca albañil. Le pide que le acompañe al pueblo de su mujer. La mosca albañil no le dice que no. Llegados al pueblo, van a casa de los suegros del sapo. Se pasean de una familia a otra y saludan así todos los habitantes del pueblo, para volver después a casa del padre de la mujer del sapo. La suegra les trae un plato de arroz con carne, mientras que el suegro les ofrece una jarra de cerveza de mijo : esta bebida suculenta llamada “dolo”. La suegra ha traído igualment el agua para que se laven las manos antes de comer.
Antes de sentarse a la mesa, la mosca albañil sale fuera para hacer sus necesidades. El sapo aprovecha este momento para pedir que acerquen el agua al plato de comida y lavarse así las manos. En cuanto se ha lavado las manos, coge el plato de comida, y pide que alejen el agua con la que se ha lavado las manos. Y alguien lo ejecuta rápidamente.
He aquí que llega la mosca albañil. El sapo le pide que vaya a lavarse las manos antes de comer.La mosca albañil obedece. Cuando vuelve, el sapo le dice que vaya a dejar el motor antes de venir a la mesa. ¡Qué lástima!.La mosca albañil no puede volar sin hacer ruido. Cada vez que se acerca, un ruido de motor le acompaña. Cambiando cada vez de posición, la mosca intenta volar sin ruido, pero su vuelo está siempre acompañado de un ruido de motor. No logra despegarse de su ruido. He aquí que la comida y el dolo se acaban. Esta vez, es la mosca albañil que regresa con el vientre vacío.
Es de esta manera que el sapo se vengó de la mosca albañil. Según vosotros, ¿Cual de los dos tenía razón?