abc Burkina n° 107 |
Los arroceros coreanos están en cólera |
Mientras que en Bangkok, los coreanos prosiguen las apretadas negociaciones para, por fin, abrir su mercado al arroz tailandés, chino o americano, en el sur de la península, los campesinos en cólera han manifestado ruidosamente su oposición al proyecto que podría anunciar el fin de sus actividades. El martes último, 400.000 granjeros se han mobilizado por todo el país para rechazar el diktat (imposición) de los países exportadores. Otras citas estaban previstas hasta el domingo para impedir la firma de un acuerdo que podría destruir todo el tejido agrícola del país. Concierne a dos millones de hogares. El arroz coreano, desde 1994, está protegido por una cuota que limita las importaciones a un 5% de la producción nacional. Con un precio de tres o cuatro veces más alto del que se encuentra en el mercado mundial, el arroz coreano sería laminado por aquél que proviene de los otros países asiáticos. Hace ya varios años que Seúl es acosado por Washington para que ponga término a su política de apoyo a la producción local. La entrada de China en la OMC no arregla las cosas. Y hoy termina el período de gracia que se le había concedido en las negociaciones comerciales de Uruguay-round. La semana última de cólera de los campesinos estaba mezclada de tristeza, pues, se celebraba la memoria de Lee Kyung Hee, lider campesino, cuyo suicidio en publico, había sembrado la duda en Cancún, México, en la víspera de la reunión de la OMC. Se trataba de alertar al mundo entero de la suerte reservada a los campesinos coreanos con la apertura de los mercados. Antes de la reanudación, el viernes, de las negociaciones en Bangkok, el gobierno ha dejado entrever que podría levantar parcialmente las barreras aduaneras, un rumor que ha subido la presión de tono en toda la región arrocera de la península. Guardando todas las proporciones, Europa está experimentando lo que Corea arriesga aguantar mañana. Desde primeros de septiembre el mercado se ha abierto a la competencia extranjera, pero según los negociantes habrá que esperar que acabe la cosecha española para evaluar las repercusiones sobre el precio del arroz europeo, y a plazos, miles de agricultores podrían desaparecer.
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