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En Cotonú, en el Benín, los campesinos venidos de 40 países

de los 4 continentes reflexionan sobre la mundialización

Cotonú, noviembre 2002

Nosotros, delegados de la FIMARC provenientes de 40 países de cuatro continentes, nos hemos reunido en Cotonu (Benín) del 9 al 26 de noviembre de 2002 para reflexionar sobre las consecuencias de la globalización y sobre la urgente necesidad de construir una era nueva. (mundialización)

Nuestro análisis

No negamos los aspectos positivos de la globalización, sobre todo en lo que se refiere a las nuevas tecnologías de la comunicación, que permiten hacer del mundo una aldea global y acercan a los diferentes pueblos que en él viven. Sin embargo, aún reconociendo este acercamiento, los delegados son unánimes a la hora de hacer entender su voz para denunciar la alarmante situación provocada por el sistema económico neoliberal, servidumbre de los tiempos modernos.

No podemos aceptar, y por ello lo denunciamos con todas nuestras fuerzas, esta nueva forma de esclavitud, en la cual el 17 % de la población mundial controla el 80% de las riquezas mientras el 83% restante debe contentarse con el 20% de los recursos.

Los organismos internacionales como la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional o la Banca Mundial, que son herramientas que, en principio, deberían servir para alcanzar un desarrollo justo y trabajar al servicio de los gobiernos, trabajan de hecho en beneficio de los más ricos, dejando al margen a la mayoría de la población mundial y creando aún más pobreza y aislamiento a través de sus planes de ajuste estructural.

Nos oponemos a esta teoría de la liberalización que pretende que los mercados estén totalmente liberalizados, ya que :

A través de los medios de comunicación y de la publicidad, el mercado crea el consumidor que más le conviene. Las poderosas fuerzas del mercado han invadido los mercados locales, provocando la destrucción de la identidad rural, de su cultura, de su modo de vida y de la serenidad de las zonas rurales, causando aún más pobreza y aislamiento.

El mercado es libre para las mercancías, pero no para los consumidores.

El mercado es libre, sin barreras, excepto para unos pocos países ricos que imponen barreras para proteger sus productos.

Este gran mercado libre que nos imponen tiene como consecuencias :

La concentración de la riqueza en manos de algunas personas, que han conseguido llegar a controlar a los propios gobiernos, especialmente aquellos de los países pobres. Esta situación provoca una dependencia cada vez mayor de los países pobres respecto a las fuerzas multinacionales, situación agravada por la especulación financiera utilizada por los dueños del capital.

Esto hace que estos gobiernos se vean privados de su poder de decisión y se encuentren ellos mismos sometidos al poder de las instituciones multinacionales. Día tras día, la fuerza democrática de los gobiernos se debilita.

Los programas de ajuste estructural tienen unos efectos extremadamente negativos para la mayoría de los países, ya que, en general, provocan la privatización de los servicios públicos. Los gobiernos se ven obligados a vender al sector privado los servicios públicos básicos tales como la alimentación, la vivienda, el agua, la educación y la salud. Con frecuencia, estas empresas son compradas por potencias extranjeras, lo cual aumenta la dependencia de esos países.

Los avances de la ciencia no llegan a los rurales. Los progresos en las nuevas tecnologías no les son útiles para defender sus intereses; sirvan como ejemplo los conocimientos técnicos en el sector de la fitoterapia. Estos conocimientos han sido utilizados para saquear las riquezas de los países pobres y los saberes de los rurales, que se han desarrollado a lo largo de los siglos y que se han ido transmitiendo de generación en generación. Jamás aceptaremos las biotecnologías y las patentes que atentan contra la vida de los seres humanos y de los demás seres vivos, ya que estos principios son completamente contrarios a nuestra concepción de la creación.

Los tecnócratas, que no saben nada de las necesidades sociales, políticas o religiosas de los pueblos, determinan las políticas nacionales e internacionales. La autodeterminación de los pueblos se ha convertido en un concepto sin contenido alguno; ya nunca se pide la opinión de nadie, ya sea en el desarrollo de las infraestructuras (por ejemplo, en la construcción de una carretera), en el sector de la comunicación, en la gestión de los recursos naturales, etc.

El mundo se ha convertido en un lugar de dumping para los bienes de consumo, lo cual destruye los sistemas tradicionales de cultivo, de producción y de transformación de las poblaciones rurales. Este fenómeno provoca un importante nivel de desempleo en las zonas rurales y un aumento constante de la emigración de las poblaciones rurales hacia las ciudades, en las cuales estas poblaciones deben afrontar una deshumanización cada vez más intensa. Esto provoca también el desarrollo de los fundamentalismos religiosos y de los conflictos armados.

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Plan de acción

Para nosotros los rurales, que tenemos difícil acceso a la información y a la formación, es una necesidad seguir formándonos e informándonos sobre los efectos de la globalización, de modo que podamos emprender acciones significativas.

· Crear alianzas con otros movimientos y organizaciones de la sociedad civil que comparten nuestros objetivos, sin dejar por ello de reafirmar nuestra identidad de movimiento católico rural. En este sentido, los medios de comunicación son instrumentos que podemos utilizar y con los cuales también tenemos que establecer alianzas.

· Desarrollar acciones de lobby (presion de grupo) que den posibilidades reales a las poblaciones rurales de hacer oir su voz en los organismos nacionales e internacionales como, por ejemplo, la ONU.

· Elaborar nuevos modelos de desarrollo al mismo tiempo que reforzamos los ya existentes.

· Adoptar todas las medidas necesarias para reunir y preservar las semillas tradicionales. Nosotros, como agricultores que somos, deberíamos disfrutar de la autonomía necesaria para adoptar todas las decisiones que afectan a la producción, transformación y distribución de los alimentos y otros productos agrícolas.

· Apoyar initiativas como la tasa Tobbin o cualquier otra acción que sirva para luchar contra la especulación financiera y que permitan tasar los flujos financieros.

A través de este plan de acción, reafirmamos nuestra voluntad de reforzar el concepto de soberanía alimentaria. Solamente podremos satisfacer nuestras necesidades básicas (acceso a los alimentos, derecho a una vivienda digna, a la salud, a un Medio Ambiente sano,…) si conseguimos alcanzar esta meta que es la soberanía alimentaria.

Para realizar este objetivo, hacemos un llamamiento a las instituciones nacionales e internacionales para que acudan en ayuda de los sectores más desfavorecidos de la sociedad y adopten las medidas necesarias para facilitar su desarrollo integral. La producción de alimentos básicos de cada país debe ser protegida y mantenida al margen de las ambiciosas negociaciones de la Organización Mundial de Comercio. Al mismo tiempo, debería adoptarse une nueva reglamentación que regule todos los aspectos de esta cuestión.

Pedimos a nuestros gobiernos que adopten todas las medidas necesarias para llevar a cabo verdaderas reformas agrarias, para que se restituya a los pueblos indígenas las tierras de sus antepasados y para que se les compense justamente por todas las privaciones que han sufrido.

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