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La agricultura india a prueba de la OMC |
En un discurso pronunciado el 31 de julio, en vísperas del término de su mandato, el director general de la Organizacón mundial del comercio (OMC) declaraba : " Lo que más nos motiva , son los seres humanos al servicio de los cuales estamos." No se sabe si sus palabras tranquilizarán a los 900 millones de campesinos chinos inquietos por las consecuencias de la entrada de su país, en el mes de enero en la organización, así como a sus homólogos de la India. En este país donde la política agrícola ha sido durante mucho tiempo dictada por consideraciones ligadas al abastecimiento interior y a la autosuficiencia alimenticia, la OMC empuja con insistencia a la apertura de sus mercados. Teniendo como consecuencia la destrucción de un sector enfrentado a los grandes productores extranjeros, que con la reducción de las barreras aduaneras se les abre una ancha carretera. "Aquí, ser campesino es demasiado duro. Lo he probado todo, pero salgo siempre perdiendo." Ya son varios años que "ésto no marcha" dice M. Gangappa, un agricultor del pueblo de Kalmala, situado a unos veinte kilómetros de Raichur, en el Estado de Karnataka, al sur de la India. M. Gangappa, de 33 años, con mujer y cuatro hijos, dispone, para su sustento, de 3 hectáreas plantadas con arroz y pimientos. Como en otros muchos sitios en la abrasadora meseta de Deccan, han cultivado desde hace mucho tiempo el algodon. En 1996, por una inversion de 35.000 rupias (745 dolares), ha embolsado 130.000 (2.600 dolares). Todo estaba más barato. Semillas, pesticidas, agua, electricidad, carburante y hasta el crédito estaba subvencionado por el Estado. El precio de coste de producción de un kilo de algodón era de 7 rupias, el del mercado de 26 rupias. Pero, la situación se ha invertido : el coste de producción es de 25 rupias por kilo, el del mercado de 17 rupias. Mientras tanto, la hilatura de Raichur ha cerrado sus puertas, víctima al mismo tiempo de una mala gestión, de la competencia y de la calidad del algodón local. En 1998, una tentativa de implantación en la región de una variedad de algodón transgénico ha provocado reacciones violentas. Muchos de estos agricultoresse han pasado al cultivo del arroz y del pimiento. Pero, en el año 2001, por un precio medio de coste de 400 rupias por quintal de arroz integral, el mercado les ofrece 350. O sea, a calidad igual, mitad menos que en el año 2000. Algunos almacenan esperando una subida de los precios o una intervención del gobierno. Otros, presionados por sus acreedores, venden a pérdida. M. Gangappa, cede su cosecha a un usurero 10 % más bajo del precio del mercado.. En 2001, el precio del pimiento estaba igualmente a la baja. Contaba con un volumen de negocios de alrededor de 80.000 rupias (1.700 dolares) por un coste de 90.000 rupias (1.915 dolares) ; una perdida de 10.000 rupias (200 dolares) lo pone todavía un poco más a merced del usurero. M. Yellapa, su vecino, que cultivaba plantas oleaginosas (girasol y cacahuete) dice que "antes era mejor": en el ano 2000, la bajada de las subvenciones, la competencia de las importaciones y la subida de algunos costes de producción han tenido razón de su elección. En algunos años, cuenta este campesino, el precio de algunas simientes vendidas por una multinacional indo-americana se ha multiplicado por diez, pasando de 25 a más de 200 rupias el kilo. "Menos por el arroz, explica, es necesario comprar las simientes todos los años, pues, producen poco en el segundo año." En el 2001, ha invertido, él también, en el arroz y en los pimientos endeudándose mucho. Encontramos la misma situación no muy lejos de acá, en las aldeas que bordean el canal de irrigación. Aquí, un gran agricultor que hace camping delante su stock, denuncia "las importanciones de arroz a bajo precio." Otro campesino ha dejado su campo en barbecho. Trabaja como jornalero, pero, dice," ésto no es suficiente para vivir." Hablan de uno llamado Satiah, que no ha tenido las fuerzas suficientes para continuar. Acorralado por la ley del mercado y la del usurero, se ha dado la muerte bebiendo los pesticidas. A veces, el Estado indemniza la familia. El dinero sirve para pagar al usurero, pues si no, éste coge el terreno, y la familia irá a vivir en las chabolas de las ciudades. Erosión de los ingresos Un libreto del ministerio de agricultura, julio 2000, resumía de esta manera la situación : "El crecimiento agrícola ha tenido tendencia a debilitarse en los años 1990. La agricultura se ha vuelto una profesión comparativamente poco rentable debido en general a los precios desfavorables y a un débil valor añadido, lo que ha provocado la huída de los agricultores y un augmento de la emigración fuera de las zonas rurales. La situación será todavía un poco más exacerbada debido a la integración al mercado agrícola en el sistema mundial, al menos que ciertas medidas correctivas sean tomadas de inmediato. M. Jain, secretario adjunto a la agricultura, habla de una "erosión de los ingresos de los agricultores de un 15 %" en el 2001. Ahora bien muchos a penas ganan el equivalente de 1 euro por día, y la mayoría están endeudados. De hecho, desde el acuerdo de 1994, los campesinos han percibido sobre todo el lado negativo de las cosas. En el capítulo de las importaciones, las restricciones han sido levantadas, entre los años 1999 y 2001, sobre más de 2700 productos. La última lista ha tomado efecto en abril 2001 con dos años de adelanto sobre la fecha límite. Algunos han querido ver en esta rapidez un gesto en favor de los Estados Unidos para incitarles al levantamiento del embargo sobre las transferencias de tecnoloíias impuestas a la India después de sus ensayos nucleares de mayo 1998. Todo éllo inquieta. El primer test en materia de importación, el de los aceites vegetales, no es tranquilizador. En los años que han seguido a la adhesión a la OMC, el gobierno ha reducido las tarifas aduaneras sobre este comestible muy pedido por la industria y los particulares. El mercado indio estaba entonces praáicamente autosuficiente y los precios mundiales altos. Pero éstos han caído y los productores locales se han encontrado doblemente desventajados. Por una parte, demasiados caros para la exportación y por otra, la pérdida del mercado interior. En pocos años, los aceites importados de Malasia, de Indonesia, de los Estados Unidos et del Brasil a precios muy bajos se han hecho dueños del mercado en un 40% . Para algunos, el negocio ha sido una bendición. Pero para millones de agricultores y para las industrias de transformación locales, se ha manifestado catastrófica. Nada más que en Karnataka, más de 100 industrias aceiteras sobre 115 han cerrado sus puertas en estos últimos años. Roland-Pierre Paringaux Periodista Solamente hemos dado aquí algunos párrafos de un artículo extraído del "Mundo Diplomático"de septiembre 2002. Les invitamos a que lean el artículo completo en la dirección siguiente : |
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