abc Burkina n° 102 |
Agricultura burquinabé :
Las incertidumbres de la ventana comercial |
Ha aquí, el editorial del diario burquinabé "LE PAYS". Es el periódico diario más leído en Burquina Faso. Ustedes encontrarán algunos de los temas tratados en nuestra rúbrica semanal. Tenemos que interrogarnos (en particular, las Organizaciones Campesinas) : ¿qué es lo que todavía falta para que la situación descrita en las líneas que siguen comience a cambiar en favor de los campesinos ?.Burquina es un país profundamente agrícola. Los buenos números de su economía descansan, por lo general, sobre los resultados de este sector que ocupa a cerca del 80 % de su población. Pero, después de más de cuarenta años de políticas agrícolas, el sector está minado por una falta de visión clara de su desarrollo. Ellos, los campesinos son el blanco de las bromas. Mal preparados al desentendimiento del Estado de los aspectos de producción, de dirección y de comercialización, son víctimas en las manos de los nuevos actores que no tiene otra preocupación que de hacer dinero, aquí y ahora. Es la consecuencia del viento de la liberalización que sacude al mundo agrícola, desde la puesta en marcha del Programa de Ajuste del Sector Agrícola (PASA) en los años 90. Esta estrategia de reactivación del sector se apoyaba sobre una repartición clara de responsabilidades. El Estado se ocupa de las infraestructuras (caminos, carreteras y acondicionamientos hidroagrícolas) y de la elaboración de un marco jurídico y reglementario. En cuanto al sector privado, debía invertir en los segmentos de mercado de la comercialización, de la distribución de los factores de producción. A los agricultores, desde hace mucho tiempo ‘’dirigidos’’, se les pedía producir para el mercado y para garantizar la seguridad alimentaria. Diez años después, si los agricultores continúan produciendo mejor, dependiendo de los caprichos del cielo, la comercialización de sus productos no ha conocido mejoras notables. El declive de la red judías verdes continúa porque las sociedades de comercialización hacen su agosto sobre las espaldas de sus productores. Precio bajo, productos bajados de categoría o impagados, son los problemas que minan algunas redes como las del arroz, de las judías verdes, del mango. El circuito de distribución está concebido de tal manera que, si un grano de arena se introduce en la máquina, es el productor quien paga los platos rotos. ¿Donde está el Estado, puede uno preguntarse, cuando miles de agricultores son de esta manera víctimas de comerciantes sin conciencia o de grandes sociedades instaladas a menudo con su bendición ?. La llanuras de Bagre y de Suru son grandes realizaciones del gobierno que hay a que felicitar y animar. Pero, ¿qué hacer con toda su producción ?. La SOPROFA (Sociedad de Promoción de las Redes Agrícolas), había anunciado a bombo y platillo ser la locomotora que debía conducir la producción hacia el mercado, anda de capa caída. Repite los mismos errores que sus predecesores. Demasiadas promesas no cumplidas. Producir para el mercado supone que la especulación es rentable para el productor, que puede, a este efecto, permiterse el lujo de endeudarse. Sin embargo, ¿qué es lo que constatamos ? A cada campaña, los agricultores se ven obligados a deshacerse de sus cosechas para poder sobrevivir, aumentando así su nivel de endeudamiento. Los agricultores tienen la impresión de que, en vez de tener frente sí cooperadores, están en frente de sanguijuelas que se enriquecen a su costa. Se puede achacar a los productores su bajo nivel de alfabetización o la insuficiente mecanización agrícola. Sin embargo, si se compran sus productos a un precio justo, harán lo necesario para responder a las normas de los compradores. El ejemplo de las judías verdes de Bam, antaño número 1 en el mercado europeo, está, todavía, muy presente en sus memorias. Para relanzar el sector agrícola, el gobierno ha introducido el concepto de « agro-business » como alternativa al campesinado constituído esencialmente de explotaciones familiares. Sin olvidar esta solución, no debemos olvidar que los « agro-businessmen » no son una generación espontánea. El desarrollo del agro-business debe ser el fruto de un proceso de transformación de las mentalidades y de la producción misma. Durante este proceso, el Estado debería tener un papel de catalizador favoreciendo las inversiones estructurales. El ejemplo del algodón que se abre hoy al sector es un bello ejemplo de estructuración de una red, de la producción a la comercialización. ¿De donde viene, pues, la dificultad de organizar una red arroz, mango, cereales o sésamo a la imagen de la red algodón ? ¿ Será la falta de una voluntad política o será la de las redes que no son portadoras ?. En todo caso, la desorganización actual del sector agrícola beneficia a todos salvo a los productores. Una de las soluciones preconizadas es la valoración y la transformación de los productos locales. Existen pequeñas unidades, pero son insignificantes frente a lo que está en juego. El mercado local, aunque estrecho, podría absorber una parte de la producción. Para éllo, es necesario que los burquinabé descubran las cualidades del arroz de Banzon, de Bagre o de Suru y consuman mucho más las mermeladas de mango de Orodara que las de albaricoque o de cerezas de España. Si juzgamos que la agricultura es una prioridad, la usencia de bancos agrícolas, dignos de ese nombre, así como la ausencia de grandes unidades agroindustriales, dejan, a más de uno, dubitativos. Esto explica, quizás, lo otro. Pero la verdad es que la financiación del sector agrícola permanece problemática. Es por éso que el Estado tiene que estar presente, cuando éllo sea necesario, para preservar la actividad, gracias a una visión clara del desarrollo de la agricultura. Debe, también, conceder facilidades a los actores del mundo rural que están en condiciones de aportar algo al sector y evitar una gestión partidaria de ciertas oportunidades, como los arados y los tractores ofrecidos según la cara del cliente de quien buscamos hoy, desesperadamente, el impacto real.
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