¡Demasiado, es demasiado! Es lo que proclamaba unánimamente la sociedad civil del Burkina Faso después del asesinato del periodista Norbert Zongo un cierto 13 de diciembre de 1998.
¡Demasiado, es demasiado! Es el pensamiento que me viene espontáneamente a la mente , en el preciso momento que he decidido crear esta nueva rúbrica, que quisiera que fuese semanal.
¡Demasiado, es demasiado! Viendo que las cumbres mundiales se suceden (el de Monterrey en México, en marzo del 2002, sobre el financiamiento del desarrollo, la cumbre mundial sobre la alimentacion en Roma (FAO) en junio del 2002, y ahora la cumbre mundial para un desarrollo duradero en Johannesburgo), y que no se quiere mirar la realidad de frente, yo me digo: ¡Demasiado, es demasiado!
A Doha, en Qatar, noviembre 2001, en la cumbre mundial de la Organización Mundial del Comercio, los Países del Sur han pedido una evaluación de los acuerdos actuales en vigor, antes de considerar los nuevos acuerdos. Esta petición ha sido rechazada por los grandes del planeta, los mismos que inundan el mundo con estudios factibles, estadísticas…para imponer su liberalismo sin fronteras.
Esta realidad que los países ricos hayan rechazado mirar de frente, nosotros que vivimos en un país llamado P.M.A. (País Menos Avanzado) por los maestros del mundo, la frecuentamos todos los días. En el momento que se emprenden las nuevas negociaciones sobre la agricultura a la O.M.C., en el momento que Europa se prepara a reformar su P.A.C. (Política Agrícola Común), esta realidad, nosotros queremos conocerla. Quiero hablar de las consecuencias de las reglas en vigor sobre las poblaciones rurales de los países del sur. Éllo será uno de los objectivos de esta rúbrica. (Visto al Sur).
P.M.A. ¡País Menos Avanzado ! Y si, justamente, era « la regla de juego » que los Estados Unidos y la Unión Europea la que querían imponer al conjunto del mundo que impedían estos países de avanzar,es así como lo ha comprendido, inmediatamente, Nicodemo Biwando, un simple productor de algodón de un pequeño pueblecito del Burkina. El 25 de diciembre del 2001, nos decía :
"“Hay que decir a los americanos y a los europeos que estamos todos en un mismo mundo, que somos hermanos y que tenemos necesidad los unos de los otros. Que no organizen su trabajo (alusión a las subvenciones a los productores de algodón, pero valable también para todos los otros productos) como si estuviesen solos en un otro mundo a parte. Su manera de hacer no es buena ya que nos impiden que, nosotros, avanzemos. Que busquen una solución para que todos juntos, éllos y nosotros, podamos avanzar.”" ("La mundialización vista del lado de los productores de algodón africano” por el momento en francés").
Estas palabras pueden hacernos sonreir, frente al poderío que emplean los Estados Unidos y Europa para imponer sus reglas a los países del sur. Sin embargo, ¿exsiste otra vía si no se quiere condenar a la pobreza sin fin a las poblaciones campesinas de estos países?
A la hora de la globalización económica y del comercio internacional, aquellos a quienes más a menudo se les oye, son los paladines de la Farm Bill (¡esta nueva ley agrícola que se propone todavía más la protección de sus agricultores de algodón, de arroz, de soja, y de maíz!) y de la P.A.C. (Política Agrícola Comunitaria Europea) con sus subvenciones las más elevadas del mundo. Ahora bien, son los mismos los que piden a los países pobres que supriman toda protección a su agricultura. ¿No es hora ya para los países del sur, de imaginar verdaderas estrategias políticas agrícolas partiendo de un análisis de la situación de sus propios agricultores/ganaderos?. ¿No es hora ya de expresar el punto de vista del sur sobre los reglamentos en curso, como sobre las reformas que se preparan?